Un castellonense en la expedición que ha descubierto un monte desconocido en el polo norte
ELPERIODIC.COM - 16/06/2022Se han encontrado con un pico que no figuraba en ningún mapa y que ha emergido por el deshielo
Una montaña desconocida hasta el momento en los mapas existentes. Esto es lo que ha descubierto la expedición científica SOS Arctic 2022, en la que participa un castellonense: el alpinista Carlos Pitarch. Y es que la travesía de exploración ha recorrido una Groenlandia polar en pleno deshielo por el cambio climático, una tierra en profunda transformación que ha dejado sorpresas como esta.
La expedición del vehículo cero emisiones Trineo de Viento, ha finalizado una travesía polar en Groenlandia en la que han marcado un nuevo hito para la exploración española: el descubrimiento de una montaña de roca, un nunatak (isla de roca rodeada de hielo, en inuit) de unos 30 metros de altitud sobre la capa de hielo y 2.205 metros sobre el nivel del mar. Este accidente geográfico no figura en ningún mapa disponible del interior de la isla ártica. Ha sido localizado a 25 kilómetros del límite de tierra de la isla, en medio de la inmensa llanura interior. “Fue una gran sorpresa porque esperábamos una planicie y allí estaba ese pico rocoso. El cambio climático avanza a pasos agigantados en el Ártico”, ha señalado el líder de la expedición, el explorador Ramón Larramendi, nada más concluir la aventura.
Aventura entre tormentas de nieve
La expedición SOS ARCTIC 2022 del Trineo de Viento, el vehículo polar cero emisiones diseñado por el propio Larramendi, ha recorrido durante 31 jornadas un total de 1.016 kilómetros, en la que es su 11º expedición a territorios polares, siendo la primera ocasión en la que realiza una ruta de oeste a este en Groenlandia y también la primera alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030. A bordo han viajado seis tripulantes: las líder científica Lucía Hortal (de Tres Cantos, Madrid), la ambientalista Begoña Hernández (Cartagena), el alpinista Carlos Pitarch (Castellón), responsable del material gráfico y audiovisual del proyecto, el también alpinista venezolano Marcus Tobía, el montañero y periodista Juan Manuel Sotillos (Donostia-San Sebastián) y Larramendi (Madrid).
La configuración del Trineo de Viento, en esta ocasión, ha sido la de cuatro módulos: locomotora, dos módulos carga y uno de habitabilidad, donde se hace la vida. En total, 14 metros de largo por 3,5 metros de largo que han sido capaces de mover unos 2.000 kilos de material en una expedición con objetivos de exploración, científicos y divulgativos.
SOS ARCTIC 2022 comenzó a navegar sobre la superficie helada de Groenlandia el pasado 17 de mayo y finalizó en el hielo el sábado 11 de junio, un total de 16 días en movimiento de las casi cinco semanas en el hielo en las que el Trineo de Viento ha llegado a alcanzar una velocidad de 40 kilómetros por hora en algunos tramos, con jornadas en las que recorrieron hasta 200 kilómetros.
Durante la expedición tuvieron que soportar tormentas con rachas de viento de más de 100 kilómetros por hora, que casi sepultaron el trineo de viento en la nieve. “Hemos pasado mucho frío, como es, o debiera ser, lo normal en este lugar”, señala aún desde Groenlandia. "Estamos especialmente satisfechos de haber localizado un accidente geográfico como es este nunatak que no teníamos en ninguno de los mapas registrado, pero por otro lado esto significa que los hielos del Ártico se nos están derritiendo mucho más deprisa de lo que podía imaginar hace unos años y las consecuencias son graves para todo el planeta porque significa que sube el nivel de los océanos", señala. "Además, estoy muy contento de que de nuevo el Trineo de Viento esté en movimiento, tras el parón de los dos años anteriores, demostrando una vez más que es una gran alternativa, eficiente, sostenible y económica, para moverse por el interior de los territorios polares".
La partida se retrasó varios días debido a que diferentes y sucesivas tormentas complicaron que el equipo al completo, con todo el material necesario, fuera depositado en el hielo con el apoyo de un helicóptero. De hecho, durante varios días parte de los miembros de la expedición quedaron en el hielo, a la espera de que pudiera realizarse un segundo vuelo con el resto del equipo.
Una vez en marcha, los expedicionarios han avanzado durante gran parte de las jornadas haciendo turnos de pilotaje por la noche para aprovechar mejor el viento, que no siempre ha sido a favor, pero que no les ha impedido cumplir su ruta prevista. En su recorrido, lograron llegar hasta la antigua base americana Dye-3 el pasado 1 de junio, un lugar abandonado desde 1990 que fue construido como base radar por Estados Unidos en los años 50 del pasado siglo. Sus 30 metros de altura están prácticamente sepultados en la nieve y ya sólo es visible la esfera superior, por donde lograron acceder a su interior. "Es un lugar por el que no pasa nadie", asegura Larramendi.
Ciencia en el Ártico
Durante la expedición SOS ARCTIC, que es un excelente ejemplo del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en la ciencia y la exploración geográfica polar, se han desarrollado actividades para dos proyectos científicos, bajo la dirección de Lucía Hortal, ambos relacionados con la existencia de microorganismos y partículas característicos de la meseta de hielo.
Por un lado, se han recogido muestras del interior del hielo para el Centro de Astrobiología del Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica (INTA-CSIC), donde se desarrolla un instrumento de investigación espacial, el SOLID, destinado a detectar vida en otros planetas del Sistema Solar, como Marte o las lunas heladas de Júpiter y Saturno. Con tal fin, se han realizado perforaciones en el hielo de varios metros de profundidad para extraer muestras con partículas que traerán congeladas a los laboratorios del CAB.
Asimismo, se han recogido muestras del aire para el proyecto del grupo MicroAirPolar de la Universidad Autónoma de Madrid, cuyo objetivo es desarrollar un mapa de las poblaciones microbianas en los polos, para conocer cómo se distribuyen, qué resiliencia tienen al cambio climático y cómo eso puede afectar al resto de comunidades con las que interaccionan. Para ello se ha diseñado un colector de muestras de aire activo a lo largo del recorrido.