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Hoy sábado, en la Sala Sant Miquel de Castelló. Miss Beige vs. Ana Esmith: “El mirón mirado”

Hoy sábado, en la Sala Sant Miquel de Castelló. Miss Beige vs. Ana Esmith: “El mirón mirado”

    Miss Beige es el alter ego creado por Ana Esmith (Madrid, 1976), licenciada en Periodismo por la UCM y diplomada en Arte Dramático por la International Drama School Philippe Gaulier en Londres. Procedente de la escena teatral londinense, desde 2016 se pasea por la escena artística y cultural principalmente en Madrid. Pero su verdadero espacio de actuación es la red social de Instagram planteada como un nuevo “espacio público” donde el límite con lo privado se desvanece.

    Miss Beige se construye a sí misma a través de imágenes donde se presenta como sujeto y objeto, o si se prefiere artista y modelo, un juego para nada nuevo dentro de las prácticas performativas desde comienzos del siglo XX y al que se han acogido también las prácticas artísticas feministas. Miss Beige es una identidad contra canónica, comprometida con una cotidianidad diferente y radicalmente alejada de los nuevos cánones que se imponen en la red social.

    Esto empieza por el propio uso monocromo del beis, un color neutro con el que critica la obsesión por el retoque, el filtro y los mecanismos de autoengaño que ofrecen los dispositivos y aplicaciones de imágenes. Su total look beis se crea a partir de un impecable y recatado vestido beis comprado en el Rastro por un euro, además de un bolso beis, además de un cinturón beis, unos guantes beis, unos zapatos beis y un martillo, por si acaso”, explica Esmith. Proporciona, de este modo, una imagen muy distinta a la que acostumbramos a ver en las pantallas. Lejos de la hipersexualización, Miss Beige enfatiza en los aspectos más corrientes e incluso aburridos de nuestra cotidianidad. Su mera presencia genera un discurso universal, siempre bajo un examen lúdico, potenciando la provocación y evidenciando situaciones provenientes del yo más profundo (y a la vez más cercano). Es una figura disruptiva en cualquier entorno, así como una apuesta por la valentía y la ambigüedad. En el aspecto personal, además, supone un sincero homenaje a la vilipendiada belleza atípica.

    En este tiempo de obsesión por la imagen y sus narrativas, la suya es una reflexión sobre los límites entre lo que somos y la imagen de aquello que se supone que somos. Para ello reivindica las identidades corrientes y anónimas lanzando una crítica tan aguda como irónica a las poses forzadas, los escenarios idílicos y las vidas perfectas que llenan la red social. Es fácil encontrar en su práctica guiños a otras artistas como Cindy Sherman. Al igual que ella, Miss Beige también se fotografía a sí misma en una amplia variedad de situaciones. Al mismo tiempo propone una deconstrucción de lo femenino subvirtiendo los estereotipos de género. Pero, aunque compartan una intencionalidad crítica similar, hay una diferencia sustancial en cómo ambas emplean Instagram. Mientras Sherman altera hasta el extremo la imagen y las situaciones para advertirnos de lo superfluo, Miss Beige no modifica nada, sino que nos ofrece una mirada tan radicalmente realista como dispar. Sus referencias son tan ilimitadas como variadas son las situaciones y los espacios de nuestro desapercibido entorno. Para ello utiliza recursos que proceden de la publicidad, la televisión, Internet o la propia Historia del Arte y los traslada a espacios sin aparente glamur, como un aparcamiento, una lavandería o la playa de Benidorm.

    Miss Beige es visitante asidua de ferias de arte, exposiciones y eventos artísticos, lugares donde las poses y las mascaradas se concentran. Su fidelidad al beige destaca como crítica a ese mundo de apariencias. Es importante, además, detenerse en analizar el medio en el que desarrolla buena parte de su trabajo. Al trasladar la práctica performática al espacio de Instagram está abriendo un interesante abanico de posibilidades en el que la artista toma las decisiones de su obra al margen de las lógicas que se imponen desde los espacios convencionales donde el arte se presenta. Miss Beige pertenece a la realidad e interactúa con ella.

    No deja de ser paradójico que el célebre personaje no hable, no sonría, no tenga interacción física con nadie y tampoco se cambie jamás de ropa. Para más singularidad, lo único que lleva en su bolso, es un martillo. “Porque los prejuicios deberían salir muy caros. Además de que todos escondemos secretos en los bolsos que si se hicieran públicos podrían causarnos alguna situación incómoda (en el mejor de los casos). Y también porque un ataque siempre se puede evitar con una mejor defensa”, argumenta Esmith. Por el momento, no lo ha tenido que usar.

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