Apoteósico triunfo de Abel Valls, que llama a las puertas de las grandes ferias

El novillero local Abel Valls ha sido el gran triunfador en la novillada de la Magdalena y ha salido en hombros por la puerta grande tras cortar cuatro orejas y un rabo después de cuajar dos grandes actuaciones ante novillos de distinto juego.

Lo mejor llegó en el quinto, un buen novillo de Fuente Ymbro premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre, al que Valls entendió a la perfección y al que cuajó por ambos lados en muletazos largos templados y de mano muy baja. A su poder fueron a parar las dos orejas y el rabo. Se da la circunstancia que ese novillo se lo había brindado a Ricardo Gallardo, propietario de la ganadería.

La actuación de Abel con el segundo de la tarde resultó meritoria puesto que delante tuvo a un ejemplar que si bien resultó bravucón y exhibió movilidad en los primeros tercios, terminó rajándose y a menos. Valls lo entendió muy bien, jugó con los terrenos según transcurría la lidia y demandaba el de Ricardo Gallardo, para firmar buenos muletazos, templados, sometidos y de mano baja. Cerró por manoletinas y, pese a que la espada cayó defectuosa, el público pidió con fuerza el doble trofeo para su paisano.

Dámaso González ha sorteado el mejor lote de la tarde pero con ninguno de ellos pudo firmar nada destacado. Su primero fue un gran novillo de Fuente Ymbro, con clase y temple en su embestida. Sin embargo, el albaceteño no terminó de entenderse ni acoplarse con el pupilo de Gallardo y escuchó leves palmas. El cuarto ha sido un torete con un pitón izquierdo franco y de calidad con el que el torero de dinastía anduvo muy por debajo de las condiciones del de Fuente Ymbro.

El otro castellonense del cartel, Diego Lleonart, pechó con un desclasado ejemplar lidiado en tercer lugar con el que se mostró voluntarioso sin lograr tampoco elevar el tono del trasteo. En el sexto, se fue a portagayola y se mostró variado y animoso con el capote. La faena no terminó de prender pese a las ganas del diestro con un novillo que no terminó de romper.