Nace Handy Riders School: una escuela de motociclismo para pilotos con discapacidad
Antonio Montoya, piloto burrianense, junto a su mujer impulsan un proyecto para fomentar la inclusión en el mundo del motor
El piloto burrianense Antonio Montoya ha puesto en marcha Handy Riders School, la primera escuela de motociclismo adaptada para personas con discapacidad física en la zona.
La iniciativa ofrece a personas con limitaciones fundamentales, como amputaciones o lesiones medulares entre otras, la oportunidad de aprender a conducir una moto y desarrollar sus habilidades al volante.
En la escuela, las limitaciones físicas no son un obstáculo para disfrutar de la pasión que los participantes tienen por las motos. “La escuela es la toma de contacto perfecta para aprender y demostrar que somos igual que cualquier piloto” afirma Antonio Montoya, fundador y monitor de Handy Riders School.
Durante los cursos, los alumnos reciben una formación personalizada y adaptada, con la ayuda de monitores y motos equipadas con dispositivos que facilitan la conducción. Además, la escuela cuenta con el apoyo de pilotos profesionales con discapacidad. A parte de Montoya, han tenido como ayudantes a los pilotos Handy Alex Carrato, amputado femoral, Juan Manuel Ortiz, con plexo braquial, o con José Calderón, con un brazo amputado que es una futura incorporación al campeonato. Todos ellos han compartido su experiencia y sirven de inspiración para los alumnos.
"Estoy muy agradecido a Jorge Martínez Aspar y todos los que componen el circuito de Aspar y a la Federación Valenciana de Motociclismo por su apoyo incondicional a este proyecto", afirma Montoya. "Sin ellos este proyecto no podría ser posible”.
Cursos realizados en la Handy Riders School
El pasado 22 de septiembre se celebró el primer curso de iniciación, donde los alumnos pudieron tomar contacto con las motos adaptadas y realizar sus primeras prácticas en pista del circuito de Aspar.
Participaron varios alumnos con amputaciones, lesiones medulares y otras discapacidades físicas, a los cuales se les acompañó de forma personalizada en cada paso del proceso.
El primero en subir a la moto fue Alex Pardo, con lesión medular. Con él empezaron con una moto adaptada, que tiene unos brazos telescópicos con ruedas para que pueda mantenerse hasta conseguir equilibrarse y estar preparado para entrar en la pista.
También participaron María Gómez, Mario Alfredo y Javier Cortes, todos con amputación tibial (por debajo de la rodilla). En este caso, lo que necesitaban era coger confianza con la moto adaptada a ellos.
Durante la mañana todos consiguieron su objetivo y terminaron preparados para entrar en el circuito por la tarde, con la ayuda de los monitores y pilotos Handy que colaboraron como ayudantes. Además, contaron con otro alumno, Álvaro Torres, un chico con parálisis cerebral al que le encantan las motos y que tiene el sueño de poder llegar a conducir una él solo.
Por la tarde, todos entraron al circuito acompañados por monitores y tras el trabajo de todo el día, a última hora ya podían conducir la moto ellos mismos, completamente solos. Para finalizar el primer curso, cada uno de los iniciados recibió un diploma, de la mano de Stock Extreme y la Federación Valenciana de Motociclismo.
El 16 de diciembre se llevó a cabo el segundo curso, centrado en la tecnificación de los pilotos. En él, los alumnos pudieron poner en práctica lo aprendido en la primera sesión y mejorar sus habilidades sobre la pista.
En primer lugar, terminaron de adaptar piezas, prótesis y demás en las motos y pilotos para que entrasen seguros en la pista.
Para ellos fue un día muy especial: “los alumnos estaban muy contentos y a la vez nerviosos por salir a la pista”, asegura Montoya. Además, algunos entrarían con su propia moto nueva con la que competirán junto a ellos, en vez de utilizar las de la escuela.
“Cuando salimos a la pista sus caras lo decían todo, ya no pensabas en limitaciones ni en sus discapacidades; tenían ganas de aprender y demostrar que somos igual que cualquier piloto”, detalla el fundador.
Con el paso del día, se notó su evolución y todo lo que fueron aprendiendo, en cada salida les explicaban cada paso a seguir detalladamente a cada uno de ellos, que, tal y como nos cuenta Montoya, estaban muy motivados y emocionados. “Tras una salida, contaban muy contentos lo que habían vivido, estamos muy contentos y agradecidos por todo lo que podemos hacer por ellos, que sientan que pueden lograrlo y ver cómo sí que han llegado a lograrlo cambiando así el concepto de sus limitaciones”, concluye.
Handy Riders School es mucho más que una escuela de conducción, esta innovadora iniciativa aspira a abrir las puertas del motociclismo a más personas con limitaciones físicas, promoviendo la inclusión y el desarrollo de talentos en el deporte. Es un proyecto que busca romper barreras y demostrar que el deporte es para todos.