Encuentro de la Promoción 1.962/69 de Bachiller del colegio de la Consolación
El pasado sábado, día 3, tuvo lugar un encuentro de las alumnas de la Consolación, de la promoción de Bachiller 62/69. El encuentro tuvo una gran aceptación y 32 compañeras acudieron a la comida, que se celebró en el merendero Brisamar.
La reunión fue muy emotiva, se produjeron enormes alegrías al volverse a encontrar algunas de las compañeras “unos cuantos” años después de haber terminado el bachillerato. Grandes y buenos recuerdos fueron el motivo de conversación durante toda la comida. Recuerdos de una generación que, sin darse cuenta, realizaba una pequeña transición de la convencional adolescencia que se vivía en Burriana a otra más abierta y contestataria.
Se recordó a las tutoras, con más o menos cariño, pero coincidiendo todas, desde la distancia y madurez, que “era lo que había y hacían lo que podían”. Recordaron las trastadas que hacían, con sus fugas masivas de las clases para irse a pasar la tarde a un chalet abandonado en la carretera del Grao, con el evidente castigo que les caía después, ya que a las clases sólo asistían las alumnas internas, y el vacío era más que evidente. Se habló de una adolescencia, marcada por la “fira i les barquetes de Daniel”, las visitas y procesiones al colegio Salesianos en el mes de mayo, donde tenían la oportunidad de ver al chico que les gustaba. Se recordó las disputas entre las fans de los Rolling y los Beatles y esa última fila de la clase, un poco más rebeldes ellas, que se llevaban un transistor y en las clases de matemáticas, cuyo profesor era algo sordo, escuchaban música. Cómo no, se recitaron algunos de los “versets” que el querido profesor de francés, Don Roberto Roselló, les dedicaba.
No dejó de salir en las conversaciones los famosos conciertos del Llar Fallero, donde todos los domingos acudían y era el único sitio para que la gente joven pudiera distraerse. Todas o casi todas habían presenciado los conciertos de los Bravos, los Brincos, Los Sirex, Lone Star, Los Mustang, Nino Bravo, Rocío Jurado, Los Módulos, Los Ángeles… pero sobre todo de Bruno Lomas, que era un asiduo a Burriana y con el que la juventud disfrutaba con sus canciones. Contaban que en una de sus actuaciones, quiso entrar en el Llar Fallero por la puerta principal para llegar al escenario, en lugar de hacerlo por la parte trasera como era lo habitual, y ni se imaginaba él la casta que tenían las “piggy-ladies” de Burriana, el pobre chico llegó al escenario tal cual hubiera venido de una guerra, no le quedaba ni un botón en la camisa, casi lo “desmenuzan” antes de llegar al escenario.
La gran diferencia generacional que tenían con los padres se suplía usando todo tipo de estratagemas para poder llevar minifalda, pintarse, escuchar a los Beatles o Rolling y que lo fueran entendiendo, pero siempre sin faltarles al respeto. Para sus adentros ya reivindicaban un mayor papel protagonista de la mujer, pero aún tuvieron que aguantar 10 años más para que se les reconocieran sus derechos y eso no fue hasta la llegada de la democracia.
Fueron muchos los recuerdos, siempre buenos, con mucha complicidad, de una generación de mujeres que aportó su granito de arena para abrir nuevo horizontes a las generaciones siguientes. Inconformistas con lo que tenían, pero con una base exquisita, fueron marcando el camino a las que les han ido sucediendo.
Estas mujeres, hoy en día, ocupan puestos de responsabilidad en empresas, administración pública, docencia, sanidad… y, sobre todo, la no desdeñable e importante “profesión” de amas de casa.
Mujeres que “han deixat ratlles fetes” en importantes aspectos de nuestra sociedad.
La despedida se hizo paulatinamente y con los mejores propósitos de volverse a encontrar dentro de un año.