Bienestar Social recuerda su compromiso con los inmigrantes en el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial
El resurgimiento del racismo, la xenofobia, el antisemitismo y la intolerancia propiciado por diferentes factores económicos, sociales, políticos o culturales, está generando una inquietud en las sociedades democráticas europeas ya que amenaza a los valores fundamentales en que se asientas y también por los tintes dramáticos que adquiere para los colectivos de inmigrantes y refugiados, el pueblo gitano, los colectivos LGTB, el colectivo judío, las personas con capacidades diversas u otros grupos de personas que padecen la marginación o la exclusión.
Más de cuatro millones de personas de origen extranjero viven entre nosotros. Se trata en gran parte de trabajadores y trabajadoras que contribuyen al bienestar de este País y que lentamente y fatigosamente, han entrado a formar parte de nuestra comunidad. Personas a menudo victimas de prejuicios y usadas como cabezas de turco, especialmente cuando aumenta la inseguridad económica y social.
Quien alimenta el racismo y la xenofobia a través de la difusión de información malintencionada y de campañas de criminalización está haciendo ante todo un mal a nuestro país. El aumento de los episodios de intolerancia y violencia racista son síntomas preocupantes para aquellos que amamos la libertad y la democracia.
Tenemos que ser coherentes, si éticamente nadie puede impedir que los y las migrantes se instalen en nuestro país, no debemos olvidar que emigrar y elegir libremente el lugar donde se quiere vivir es un Derecho Fundamental reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art. 13), por tanto nuestra obligación será favorecer su integración y el trabajo es la clave de la integración junto con el acceso a la vivienda, a la educación, al acceso sanitario.
Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y cada individuo espera todos los derechos y todas las libertades anunciadas en nuestra Constitución y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, color de la piel, sexo, lengua, religión, opinión política, origen, condición económica y social, nacimiento y otros. Son estos los principios fundamentales que acumulan cada ser humano y constituyen la base de toda Democracia moderna. Una sociedad que se cierra cada vez mas en si misma, que cede al miedo de los extranjeros y de las diferencias, es una sociedad menos libre, menos democrática y sin futuro. No se pueden defender nuestros derechos sin afirmar los derechos de cada individuo.
Hoy en día el racismo y la xenofobia ya no se alimentan de las antiguas doctrinas o símbolos, sino que se oculta de modo peligroso detrás de argumentos que defienden la “integridad cultural” respaldándose en la crisis económica para justificar su rechazo o su inseguridad.