CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Ángel Padilla: “La salvación de la Tierra está en nuestras manos”

ELPERIODIC.COM - 09/09/2019

Mila Gutgea, de Animalia Terrae, ha entrevistado a nuestro colaborador Ángel Padilla. 

A finales de septiembre de este año sale editado, por Sportula, tu novela "Mundo al revés: Origen". ¿De qué trata?

Imagina en la pantalla de un cine un tío de espaldas silbando mientras guisa, cortando primero con un cuchillo hacha algún tipo de animal, la cámara hace movimientos, para ponernos nerviosos, y al final cuando ese tipo extraño e inquietante tira los trozos lavados de lo que cocina a una gran sartén, un zoom te hace ver que se trata de un bebé... humano...

Ese universo de los animales dominando la tierra, ya lo desarrollaste en un primer "Mundo al revés", primero editada por Corona del Sur y después, ganando el Premio Ignotus de Fantasía y Terror a la mejor novela del 2008, bajo la edición de la editorial Parnaso. Ahora retomas ese espacio de animales dominadores (según he leído en muchas entrevistas tuyas, para que se vea cómo sería al revés, y dejemos de ser de una vez esclavistas y torturadores de animales) de humanos con esta nueva novela. ¿Qué pretendes añadir, respecto a la anterior?

Las otras, que no son esta porque ésta es otra novela muy distinta aunque el espíritu denunciador sea el mismo, no contenían tanta ira, ni tanto amor. Ni tanto oficio. No me ha sido fácil escribirla. Hay pasajes muy espantosos, y trites, pero he tenido que poner a "mi especie" (que no lo es, mi pueblo son Todos los Pueblos) "a los pies de los caballos". Y éstos han tomado su venganza.

"Mundo al revés: Origen" es la primera novela de una trilogía animalista, compuesta por "Mundo al revés: The Best" y por "Humanzee".

Efectivamente. Son libros que pertenecen a un mismo hálito y fin. No obstante, son novelas las tres que se pueden leer individualmente y sin relación alguna de gradación argumental. Sólo les une pertenecer a un igual furor, un mismo deseo de justa justicia. Las otras dos nombradas finales de la trilogía, están escritas pero aún inéditas.

Me juzgo mucho, soy mi peor pesadilla como crítico de mí mismo, pero con estas entregas considero que estoy ante podría decirse de lo mejor que he hecho con la inventiva en beneficio de mis pueblos, de los animales humillados y reos de un animal vestido que se cree el rey del cosmos y no es más que un autista de la belleza, cada vez más odioso porque con su soberbia, egoísmo y sobre todo con su cobardía, nos va a llevar a todos -ya lo ha hecho- a un ígneo callejón.

Tu activismo en el movimiento de liberación animal es constante, ¿cómo ves dicha lucha actualmente?

La mayor parte de la gente que cree luchar por los animales no lo hace en verdad. Sólo hay ínsulas de verdaderas y verdaderos salvajes al servicio de la revolución más importante de todas las eras. El resto son sólo ciudadanos jugando a ser terribles. De momento no hay revolución alguna, ni tan siquiera conmoción. Los apátridas, los salvajes, buscamos pares que sepan que para liberar a los animales primero hay que destronar todas las pirámides del sistema. Y lo están haciendo al revés, entran a todos los templos orando y rogando. Como dijo Rosa Más en una entrevista, "la lucha por la liberación animal ha de desafiar al poder", y eso, masivamente, no se ha producido, sólo en pequeños estratos, en tanto la mayoría cree que para lograr beneficios para los animales debes estar a bien con el poder. Jamás dejarán de ser esclavos cerdos, patos, bueyes, carneros, caballos, si no hay levantamientos altos en dolor y desesperación de reo como el que hubo hace poco en Australia, y peores. Debemos sentir como si una herida común nos rebosase de sangre la boca, como que vamos a morir si no salimos a la calle y atronamos el mundo, que nuestro grito ponga contentos los mares, porque por fin hemos llegado. O nos convertimos en un buen problema o no estamos haciendo nada.

De pequeña me llevaron a un zoo donde había un gorila enorme en una jaula que a mí, con sólo seis años de observación en este mundo, me pareció pequeñísima. Recuerdo que se lamía una herida que tenía en la muñeca. Pero sobre todo recuerdo su mirada. Lo sentí triste. No tuve que imaginarme dentro de esa minúscula jaula para entender que él no tenía que estar ahí. Me lo dijeron sus ojos.

El peor invento del desnortado animal humano es la reclusión. Ese gorila que viste era la muerte, quien vive encerrado mucho tiempo, una buena mañana despierta y ya no es él, ya es la muerte, molecular, mentalmente. La locura y la muerte. Eso lo sabe el humano y sigue confinando inocentes. No tienen perdón. La única respuesta que habrá se producirá el día de las liberaciones masivas, ahí verán sus reos, sus fantasmas en verdad, sabrán qué hicieron no sólo con sus vidas, sobre todo con las de otros, y puede que allí despierten al fin, pero ¿será ya demasiado tarde? No lo sé.  Veo, siento, una de mis más grandes y verdaderas visiones es una debacle mundial cuando seamos tantos que podamos coordinarnos para abrir todos los claustros. Eso detendrá el mundo. No lo hará otra cosa. Ese día marcará la nueva era, desintegrando toda la farsa y llevando la verdad a la arriada de la única bandera, lo alto de todos nuestros cielos.

Los llaman "los sin voz" y lo correcto sería llamarnos a nosotros "los que no saben oír". ¿Cuándo crees que dejamos de entender lo que los demás animales nos cuentan?

Nuestra memoria atávica nos indica qué dice cada animal, eso lo sentimos todos. Que luego se quiera obviar toda esa certeza, se hace, por egoísmo. Sea como sea, me ciño a las palabras pronunciadas por la activista Mary Pérez en un flamante discurso en Argentina al final de una manifestación: "los animales ya no pueden esperar, no a que evolucione el pueblo, los jueces, su libertad no puede depender ya de eso". La liberación urge, y es para ya. Mi amigo el poeta anarquista Jesús Lizano, que fue filósofo pero sólo duró unos días de profesor porque aprobaba a todos los alumnos y se iba con ellos no a dar clase sino a charlar por los jardines, resume nuestro mundo con esta situación medular: "dominantes y dominados", en toda época. Se dominó a la mujer, por el hombre (esta situación aún persiste, al menos en intención; en algunos países, de facto completo), dominadores blancos sobre hombres y mujeres negras. Los dominados y burlados de siglos, y basta ya, son los animales no humanos, porque el humano insiste en considerar al resto de los animales propiedad suya sobre la justificación de que no poseen la razón, esto sería: ¿que no pueden entrar a un Estanco a pedir un Ducados rubio? ¿Que no se alistan como militares? ¿Que antes que entrar a una mezquita prefieren ascender un camino de campo hasta llegar a un río y pasar la tarde en su orilla? La desvergüenza, a día de hoy, para sustentar la esclavitud de los no humanos, el sernos propiedad, para usarlos a las más variadas conveniencias, es en tal calibre mentirosa que no hay debate alguno. En lo que dice el pájaro cantando desde la alta rama hay más que en todos los libros de poesía. Yo ya sólo me uno a los rebeldes y a las guerrillas para el campo. Si no quieren escuchar, ya haremos que lo hagan. Reniego de mi (falsa) condición humana. Yo soy un animal.

¿Qué le dirías a alguien que te dice que se ha concienciado, que siempre ha sentido amor por los animales, que quiere proteger el planeta, renovarse y dar lo mejor de ella, que va a adoptar el veganismo... pero que será a partir del lunes porque aún tiene el congelador lleno?

Que se vaya a Disneylandia y se fotografíe con Mickey levantando los dos las patas, porque ya no me hacen gracia las ironías de los que saben que hacen mal. Y ya no pierdo el tiempo con aquellos que, de hecho y palabra, proyectan las vidas más horrendas para mis defendidos, y sus muertes, para sus gulas. Uno no adquiere la ética de a pocos, no estás en contra de la violencia machista para el lunes, o de la pederastia para septiembre coindiciendo con el retomar de la dieta adelgazante y la compra del primer fascículo de "Motocicletas de época". La ética es algo grave, sobre todo si proviene, como todo lo que nos ha hecho evolucionar, de la ley natural, no de la positiva, que es servil de cada época.

Salimos a la carretera temiendo ver un camión lleno de animales camino al matadero. Sin la contaminación creciente, sin demanda, dejarían de rodar esos camiones llenos de inocentes.

Es de las imágenes más tristes que uno puede contemplar por los extrarradios de estas ciudades vacías de alma, esos camiones. Recuerdan, son lo mismo, a los trenes que llevaban a los judíos a los campos de Dachau, Mauthausen... Los conductores son los mismos que conducían aquellos trenes. El Holocausto animal es conocido por todos, ahora con las redes nadie puede alegar no conocer qué esconde tal industria de explotación y trata de inocentes. ¿Sabes lo peor, lo que más me indigna? Yo también viví engañado hasta que vi la verdad. Pero cuando me informé, di el paso y ya llevo 23 años siendo vegano. Me molesta mucho cuando alguien es informado debidamente y dice que no le importa, que por esto o por lo otro seguirá comiendo animales. Para mí esa es una forma de nazismo, y para muchos otros también lo es, no soy el único que así lo siente. Una legión oscura numerosísima, que conforman La Demanda, y que por su culpa mueren billones de inocentes. La Demanda ya sabe, gracias al último informe de la ONU, que la ganadería intensiva es aún más contaminante que los vehículos rodando, ha urgido a dejar de comer animales, pero a La Demanda le da igual, busca un sabor, mataría por ese sabor.

¿No crees que en toda organización que trabaje por los derechos de los animales no humanos debería haber en la entrada una bandeja con un cartel que diga... "por favor, deposite aquí su vanidad y su ego. Gracias"?

De ser así estaríamos ante un animalismo compacto, integral e inteligente. Lo cierto es que asistimos a una parálisis en la lucha sin parangón. Todos esperando a la corneta que anuncie la próxima manifestación, pacífica, eso sí (se indica siempre). Performance o similar, pacíficas. Y hay que hacerse muchas fotos de camino al acto, selfies, somos animalistas. Sonríe. Mientras tras barrotes millones de ojos esperan, no saben a qué porque sólo han conocido el hacinamiento y la desesperación, pisando sus heces y orines esperan, esperan.

¿Cuánto has llorado por ellos? ¿Cuántas noches te ha podido la angustia y has deseado no andar más por este mundo que asesina a los tuyos?

A veces he leído en las redes mensajes de gente que se despide temporalmente, tanto de las redes como de la lucha (son una misma cosa, la lucha se prepara por las redes), y a éstos se les suele decir: te entiendo, a veces hay que desconectar, descansar y volver con más fuerzas. Jamás he sentido deseo de apartarme "a descansar". Dejaré hasta mi última gota de sangre en esta lucha, cada día de mi vida. ¿Que me agoto? ¡Por supuesto! No hay guerra que sea agradable a nadie, pero mientras tantos y tantos corazones orando desde Infiernos dependan de nuestra fuerza de acción y palabra, yo debo marchar fuerte y sin descanso. ¿Lloro? Tantas veces... Pero en la intimidad, sólo mis más íntimos me han visto llorar. Frente a las milicias de la hierba, al lado de amazonas y guerreros, aprieto los dientes y sonrío como una bandera. Mis tobillos no están sujetos por argollas, soy un privilegiado. Las víctimas en este planeta son otras. Que tomen mi pluma y hablen cuanto quieran, mis piernas son suyas para realizar cualquier acto que decidan para su manumisión.

Hace unos días me salió de paseo la niña observadora que era... Llevaba a los perros a darse un baño a la playa permitida para ellos y caminábamos por un terreno lleno de piedras. Ellos descalzos. Yo, la humana, no. ¿Sabes cuál es la prueba definitiva de que esta Tierra es más de ellos que nuestra? Pues que ellos no necesitan proteger sus pies para pisarla y nosotros Sí.

Necesitamos gorras para el sol, guantes para el frío, andadores cuando somos ancianos. No sabemos andar sin adultos cuando somos niños, si no se aprende la cultura de los libros de las ciudades, se aparta a dicho animal humano con la denominación de "analfabeto", aquello que antaño Rousseau denominó "el buen salvaje". Decididamente no pintamos nada aquí. Somos herederos y reparadores de un laberinto de paredes concéntricas que marean y paralizan.

Bolsonaro lleva zapatos. Y Trump, y el coreano pirao de los prismáticos. Los indígenas y animales, lilas y secuoyas que están siendo abrasadas por La Demanda, no. La Amazonía, en llamas; Africa en llamas, no llevan calzado. Los zapatos sólo han generado dolor, con ellos el humano se creyó más alto, entonces fue cuando comenzó a delirar, el atuendo lo transformó; ahora no sabe lo que es. 

¿No crees que la inmensa mayoría de los problemas que acorralan a diario al sapiens se deben a esa desconexión, a ese "necesitar zapatos"?

Por eso aparece en la portada de "Mundo al revés: Origen", el animal que va a comer, como delicatessen, una cabeza humana al horno, tal animal vestido de traje chaqueta impecable, camisa bien planchada y corbata. Es una parodia. En estas ciudades somos "lo que se ve de nosotros", yo veo fantasmas elevando ropas que caminan, sin nadie dentro. Lo que teníamos de bello, de natural, de verdadero, ya se fue. Sólo hay locos, por allá un jersey Adidas flotante, por aquí un vestido de De la Prada cruzando un paso cebra, sin cabeza.

¿Te imaginas que a las tribus originarias que aún quedan, les llegasen las tendencias de moda y las siguieran? Imposible. Eso resume dónde estamos y qué vemos: una psicosis cada vez más irrefrenable. Un pandemonio donde las pocas y pocos que despertamos en mitad de la pesadilla pensamos: Diablos, esta parece una de Stephen King.

¿Qué le dirías a un vegano que "siente tentaciones" o "teme recaídas"?

No creo que exista eso. Nadie tiene miedo de tornarse un criminal o un violador de ancianos, a no ser que se padezca algún tipo de transtorno. Quien refiera esa situación no tiene sensibilidad animal alguna, no la ha alcanzado. Se es ético o no se es. Pero sí, hay muchas personas que refieren cosas así, nunca les creo. Si decides no comer vidas, esclavas y humilladas por tu gula, lo decides para siempre.

¿Podrías poner un poco de luz en esa parte tan en penumbra del camino  de un niño que va desde el punto "mira, qué pollito tan bonito" hasta el punto "o te comes el pollo o no te levantas de la mesa"?

La luz sería la que debería mantener al pollo alejado de nosotros, entre la paja fresca y bajo un cielo sin humanos. El mal de todos los animales es nuestra cercanía. Si los padres quieren que los niños vean animales, hay suficiente bibliografía sobre ello, con fotos e información de éstos en libertad; por favor no aquellos libros, típicos por desgracia, donde se enseña a los niños sobre animales en "el Zoo" o "en la granja". La imposición, el marchamartillo, es la práxis y éxito de todos los fascismos.  A los animales no hay que amarlos por su belleza, tan sólo hay que respetar sus vidas y dejarlos en paz. Tanto los padres que educan a sus hijos llamando a los perros "guauguaus" como los que presentan a los cerdos troceados cocinados en la mesa, se equivocan. No ha habido todavía una cultura real, hasta que no se conozca la realidad de nuestros compañeros de planeta, el resto de las naciones animales. Si la suerte te permite ver un toro pastando libre en el campo, lo más probable es que el toro, al barruntarte a lo lejos, comience a alejarse de ti. Los animales libres ni nos necesitan ni nos quieren. Se batan en sus especies, como nosotros deberíamos hacer como especie sin usar a las demás. Casi todo en el universo humano es una gran estafa. Vivimos en la peor de las sectas. Hay que escapar de La Demanda. Hay que denunciar a La Demanda. Destruirla. Para que detenga sus máquinas de destrucción total.

Somos las únicas y únicos capaces de salvar el planeta. Y no habrá otra oportunidad.

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