¡VOLVEREMOS!

Villarreal celebra las fiestas de su patrón y enmarcado en un acto festivo más se encontraba el partido para certificar la permanencia en primera, para que en un año lleno de penas, la salvación llegara a la épica, al límite y que todo lo sucedido este año se convirtiera en una pesadilla que nos sirviera para reflexionar, valorar lo que tenemos y decir en unos años “oye, te acuerdas cuando estuvimos a punto de bajar a segunda, que mal lo pasamos eh…”

Ahora queda eliminado lo de “estuvimos a punto” pero servidor está convencido de que volveremos a la élite como nos merecemos y que lo de hoy en un futuro quedará como una pesadilla lejana, de esas cosas que no sabes si realmente te han pasado o solo lo has soñado en una mala noche.

El marco festivo como decía era inmejorable. Gracias a los esfuerzos de diversas peñas en Madrigal estaba colorido y ruidoso y el partido empezaba con una ambientación de la que me cuesta recordar alguna comparativa.

Rato antes del partido llovía, para en el momento del pitido inicial ver brillar un arco iris detrás del marcador.

El Atlético no sé si por la resaca de la victoria de la Europa League o por lo difícil que tenía la clasificación para Champions no salió lo enchufados que todos esperábamos o se contaba desde allí.

Nosotros en la primera parte tuvimos varias aproximaciones que pusieron el “uff” en la grada, con algún chute o remate que se iría muy cerca de la portería pero sin hacer sufrir al meta rojiblanco.

El partido olía a empate con lo peligroso que sabemos desde hace muchas semanas que es eso y en la segunda parte aparecieron los miedos.

Un equipo aculado, sin pasar a penas de medio campo, con el larguero y Diego López salvándonos de la derrota con de nuevo recientes fantasmas sobrevolando las gradas, que pese a ello no dejaban de apretar.

El reloj no corría y se acercaba a la vez que la salvación, esos minutos finales que tanto daño nos han hecho en todo el año. Los jugadores lo sabían y empezaron los nervios, las imprecisiones y a falta de 2 minutos para el tiempo reglamentario, Falcao el que ya es oficialmente nuestra bestia negra particular, nos metía un gol, que no significa el descenso pero lo ha apuntalado.

Y digo que no lo significa porque llevamos meses jugando con él. Será que somos pesimistas, muchos supersticiosos o que se veían las sensaciones de que este año estábamos destinados a la tragedia.

Se puede hablar de una liga manipulada, se puede hablar de un gol dudoso de un rival directo un minuto después de que te lo marquen a ti y se pueden hablar de muchas cosas en un país en el que el honrado es castigado y que tanto el ladrón como el que no paga, como el que hace la trampa, siempre sale beneficiado.

Difícil hoy al llegar a casa el que los padres les digan a sus hijos el discurso de que el trabajo honesto tienen recompensa. Por desgracia eso de que el honrado, el currante y el sincero triunfan queda relegado a un sueño americano bastante obsoleto y que además nos coge bastante lejos en nuestro país de pandereta.

Si que le podrán decir a sus hijos hoy los padres de la familia grogueta que no hay que dejar las cosas para el último día y que el hacerlo se acaba pagando. Y es que aparte de que nuestra liga quede lejos de ser la mejor del mundo, el Villarreal se ha labrado un camino que nos ha conducido al descenso, aparte de un innegable cúmulo de circunstancias que dejan a la expresión de “nos ha mirado un tuerto” como un simple eufemismo.

La realidad es que hemos bajado a segunda, que los chavales del filial que no tienen culpa han descendido de categoría a consecuencia de ello y hoy todos los que sentimos estos colores nos hemos ido a casa muy tocados.

Las fiestas de San Pascual han acabado ya para muchos, el verano será muy largo y lleno de decisiones importantes, cambios y seguramente muchos reproches, pero os aseguro que volveremos y aunque parezca lejano ese momento, cuando llegue, veremos lo que estamos viviendo ahora como una lección aprendida.

Dicen que el fútbol no es para tomárselo tan a pecho, que no es algo a lo que dedicarle lágrimas o pasiones, que hay cosas más importantes en la vida y seguramente sea cierto pero todas las sensaciones que nos evoca este deporte y estos colores son difíciles de explicar para alguien que no los comparte.

La vida no es un camino de rosas y tampoco lo es el fútbol. Dicen que en los peores momentos se ve como es la gente de verdad. Yo confío en la familia amarilla y que todos juntos volveremos a estar donde merecemos.

Endavant! Sempre Endavant!